viernes, 21 de diciembre de 2007

Presentación de Tertulia de Haiku




PRESENTACIÓN DE
TERTULIA DE HAIKU



En un ambiente acogedor, tuvimos la presentación de nuestro libro de haiku.....






Después de que Amparo Santana diera la bienvenida a todos los asistentes: un buen montón de poetas valencianos, Susana dio un breve recorrido por la historia de la Tertulia. A continuación, Enrique comentó la gestación de Tertulia de Haiku. Y por último, José Luis Vicent (Barlo) nos habló del haiku en la actualidad.


Un texto que no me gustaría que pasara desapercibido:

Ante todo quiero daros las gracias por vuestra presencia y también, desde aquí, agradecer personalmente a los responsables de las tres revistas electrónicas sobre el haiku en castellano que más han contribuido a su difusión y aprendizaje; aprendizaje, almenos, en lo que a mí respecta, pues he sido y soy un asiduo paseante, rinconero y nomichiano forero. Hablo, claro está, de paseos. net, de Gregorio Dávila; el Rincón del Haiku, de Luis Corrales; y de No- Michi, de Mar Ordóñez; pues es a través de estos foros donde sigo aprendiendo día a día con todos y de todos los que allí participan además de todos los poetas de la Tertulia Almudín. Y este libro antología y el esfuerzo conjunto de todos ellos por llevar a cabo el proyecto, es buena muestra de ese amor por el haiku, cuya semilla, como ya se ha dicho, nos ha reunido hoy aquí.
Por mi parte, voy a hacer un pequeño comentario muy general sobre lo que entiendo por haiku. Para mí, haiku es y no es un poema.
Del haiku es fácil aprender su estructura silábica y hasta su concreción; sus más o menos 17 sílabas repartidas en tres líneas y la presencia o no de un elemento de estación, así como de la técnica del corte o cesura brusca en una de sus tres líneas y que actuará de choque, a modo de chispa, como entre dos polos magnéticos o imágenes que completan su forma.
Pero, la brevedad del haiku no es formal; éste no es un pensamiento reducido a una forma breve, sino un acontecimiento breve que halla de golpe su forma justa[1]. O como expresa Chantall Maillard, la esencia de una realidad captada (...) en la inmediatez de un instante.[2]
Justedad o exactitud en la que primará la objetividad de los sentidos frente a la intelectualidad y subjetividad del autor del haiku; y justamente el cumplimiento de este criterio fundamental será el que marque la diferencia entre escribir un auténtico haiku japonés o escribir un poema breve.
El haiku bien entendido, al decir de los expertos en la materia, no nos comunica conceptualmente, no conlleva intencionalidad, ni mensaje simbólico alguno. El haiku es transparente y natural. Lo que importa no son las palabras, sino lo que no se dice, lo que nos muestra es el asombro mismo del escritor del haiku, expresado, eso sí, en un lenguaje sencillo y directo, una instantánea que llega hasta su conciencia.
Sólo en éste sentido al parecer, el haiku nada tiene que ver con la poesía tal y como los occidentales la entendemos y la escribimos; está, en cambio, más próximo a la fotografía. Pero será “poesía” también a su vez, si aun no existiendo en el haiku subjetividad o intervención directa por parte del autor, esta es captada y sentida como tal por parte del lector asimismo atento.
Esto no hace sino confirmar en mi modesto entender, una sola cuestión, la de que tanto en nuestra poesía como en el haiku japonés – pero más en el haiku- se requiere la participación y sensibilidad de un lector; porque tan conocido es quien afirme no entender la poesía cuando la lee, como quien lee un haiku por primera vez observando en su semblante una expresión no ya de asombro sino de pura perplejidad ante la ausencia del sentido.
El haiku es arte, acuarela, fotografía de la realidad, para que no se pierda ninguno de sus pequeños instantes...[3]

Valencia, 19 de Diciembre de 2007



[1] El imperio de los signos. Roland Barthes; Editorial Seix Barral, 2007
[2] Prólogo de Chantall Maillard a la edición de El monje desnudo, 100 haikus. Taneda Santôka, Edición y traducción de Vicente Haya, Akiko Yamada, José Manuel Martín Portales; Miraguano Ediciones, 2006
[3] El espacio interior del haiku. Vicente Haya; Shinden Ediciones, 2004.

La velada acabó en La Bodegueta, lugar donde ultimamente nos reunimos para las tertulias.